El paso del demonio


Silencio, cuidado…
El señor llega
El arcángel sin espada
El menguante austero de incertidumbres.



El, un lamento hecho aullido
Con la fuerza de milenarias jaurías
Hambrientas de pureza, de inocencia
Recorriendo su territorio, su agrio.



Baja volando hasta la ciénaga
Abre su mano
Iluminando el averno,
La misma mano que te mira con un ojo
Y te señala como un cobarde.


Justicia para los seres de la noche
Quienes bailan, quienes se retozan despreciables
Bajo la suave luz de las velas.


Su paso firme resuena,
Entre penumbrantes ecos de tormento
Eclipsa mentes, satura siniestras cobardías
De los aventurados huéspedes
Envolviéndolas en un llanto cautivo y sombrío
Al ver su risa macabra
Bajo un halo de encanto.

jueves, 16 de abril de 2009

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